En
la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer celebrada en
Beijing en 1995, se reconocieron estos beneficios y se definió a los medios de
comunicación y las nuevas tecnologías como instrumentos cruciales para lograr
mayor igualdad, democracia y justicia social. La Declaración del Foro de
Organizaciones Feministas afirma que es necesario “garantizar que las nuevas
tecnologías sean herramientas para facilitar el acceso a la información y la
rendición de cuentas, a través de leyes de transparencia y del uso y promoción
de datos abiertos”.
Reconocidas
las contribuciones y bondades de los avances, es necesario considerar que las
tecnologías por si solas no eliminan los problemas estructurales de desigualdad
y de exclusión con los que viven las mujeres en América Latina y el Caribe. La
implementación de mecanismos adecuados para el uso de las TIC es esencial para
evitar que las mujeres queden aún más excluidas y relegadas en un mundo
altamente tecnologizado.
Es
indispensable que las estrategias de ampliación del uso de las tecnologías
aborden desde una mirada integral la pobreza, las desigualdades en las
relaciones de género y la atención de salud, a partir de la participación e
intervención de todos los sectores políticos, sociales e institucionales.
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